2.6.10

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Hay una anciana que se acerca a los jóvenes atribulados en el centro de la ciudad. Dicen que les da consejos a cambio de que la ayuden a cruzar la calle. Hay quien dice que le dijo que los ríos que unen sus cauces llegan más rápido al mar. Otro a quien le dijo que las personas pueden pasar pero nunca sus marcas. E incluso otro que escuchó que solo el amor puede curar cualquier mal y que con paciencia el tiempo es el mejor juez.

Hay también un grupo de jóvenes que se junta en la escalinata del Banco Nación cada mes para ayudar a la anciana a cruzar las calles.

Nadie sabe dónde vive, pareciera que nunca deja de cruzar calles. Que nunca dejó de hacerlo desde que juró alimentar su e s p í r i t u esperando que el amor regrese, día tras día, una posibilidad de crecer cada jornada. Así, cuando el amor regresara ella tendría un mejor corazón para ofrecerle en gracia.

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