14.6.10

12

Son casi todos los días de la semana, sus ojos, dos. Aunque bien sabe, que no miramos al costado, no sentimos indiferencia ni somos cacas. Aunque nos excedemos bastante de vez en cuando. Como aquella vez, como esa vez, cuando. Te acordas. Me dicen si me acuerdo. Me preguntaron si los había visto, si lo habíamos mirado. Eran conscientes, si lo eran no sé. 
Me lo preguntaron, no supe que responder. Seremos más cacas que nunca.
Ustedes ya se lo preguntaron, muchas veces.

11

Una semilla es la posibilidad de germinar / Que alguien con brazos abra el zurco en que pueda reposar / El agua me alimentará y el sol me va a guiar / y cuando rompa mi zurco conoceré el mundo.
Yo descubriré / que el agua no fue casual / que alguien me regó / que alguien fue mi tutor.
Entonces querré agradecer a quien me regó y cuidó / Los niños me treparán y los pájaros tendrán en mí su hogar / A los ancianos daré sombra pa matear y recordar / Chicos bermejos me bautizarán con el nombre de su amor y libertad.
Yo querré ofrecer / frutos por doquier / fundirme en tu cuerpo / y esparcir semillas / que generen vida / y espanten a los cuervos / recorrer todos los puertos / transformando puercos.

10

A uno lo prepotearon y le sacaron la bici, la cámara, el celular.
A otra la metieron en una pieza blanca con tubos que le hurgaron el cuerpo.
Otro se apagó de noche sin enterarse que lo extrañaríamos.
Aquel se desbarrancó al frío del invierno y dejó atrás sueños de futbol si los hubo.
Una se quedó en blanco, tiesa, lívida, inutil, vacía.

Era mayo.
Qué me importa el bicentenario.

10.6.10

9

Había una vez una semilla que creció y se hizo plantita. Llovió. El agua movió la tierra y quedó tumbada sobre el barro. El sol la consolaba pero nada más podía hacer por ella, solo sus tibias palabras.
Eventualmente, sus raíces se fueron secando y la savia se apagó en sus venas.
Se hizo barro.

Así te miro, impotente.

9.6.10

8

La premisa: elaborar un diálogo autorreferencial en el que no se nombre el elemento principal. Ejemplo:

MORTADELA BOCHA
Abuela, encontré esto que debe ser tuyo.
Gracias. Ya me había olvidado de que lo había perdido. ¿Dónde estaba?
Acá
¿Ahí?

¿Y quién lo habrá puesto ahí?
Ni idea. Ponételo.
(La abuela se lo pone)
Y ahora vos no vas a tener ninguno. ¿Cómo vas a hacer?
Quiero probar uno de madera que mandé hacer. Ahora tengo que ir a buscarlo.
¿Te acompaño?
¿Pero antes me cebarías unos mates?
Iba a prepararlo antes que llegaras. Vamos.
Vamos.

7

Conozco a un chico de 10 años.
Se llama Nicolás y le gustan la música y los autos.
Cuando cantamos el feliz cumpleaños él marca en la mesa a contratiempo.
Y siempre dibuja autos tuneados.

Una tarde me quiso regalar un dibujo y escribió mi nombre con letra doble sobre una máquina deportiva que echa fuego por el escape.

Hace más de un año y medio que nos conocemos. Lo he visto c r e c e r y transformarse.

La z de mi nombre es una s con un palo que la atraviesa y la a es una o con patas. Yo he pegado el dibujo en el costado de un ropero; si alguna vez escribí un buen poema es ese. Esta es la telenovela de La hiedra: el sufrimiento implica a su vez una capacidad.

8.6.10

6

Inocente en tu almohada blanca
blanca blanca blanca

Te miro dormir
hermosa

Y me pregunto quién soy
quién soy en este lugar mirando
mirándote
como si no existiera otro lugar otro tiempo

Te miro para llenarme
pero sé
que como todos yo también estoy de paso
y un día te darás cuenta que ayer
no pensaste en mí

5

Todo es pasajero
Vamos en una vida que no sabemos adónde conduce pero igual vamos
(qué opción...)
Ella también viene
Viene en el asiento de al lado, ahora,
tal vez en otro bagón mañana
Y su sonrisa se va    se va             se va
A veces creo que estaremos siempre juntos
y olvido que ya me fui

Permanecer en este espacio
                   será cuestión de fe

2.6.10

4

Hay una anciana que se acerca a los jóvenes atribulados en el centro de la ciudad. Dicen que les da consejos a cambio de que la ayuden a cruzar la calle. Hay quien dice que le dijo que los ríos que unen sus cauces llegan más rápido al mar. Otro a quien le dijo que las personas pueden pasar pero nunca sus marcas. E incluso otro que escuchó que solo el amor puede curar cualquier mal y que con paciencia el tiempo es el mejor juez.

Hay también un grupo de jóvenes que se junta en la escalinata del Banco Nación cada mes para ayudar a la anciana a cruzar las calles.

Nadie sabe dónde vive, pareciera que nunca deja de cruzar calles. Que nunca dejó de hacerlo desde que juró alimentar su e s p í r i t u esperando que el amor regrese, día tras día, una posibilidad de crecer cada jornada. Así, cuando el amor regresara ella tendría un mejor corazón para ofrecerle en gracia.

3

Iba caminando por una calle de la periferia del centro, bastante transitada por cierto. Una abuela me pidió que la ayudara a cruzar la calle.

–Esta esquina es un infierno.

–Y… Como no tiene semáforo pasa el que puede. Después de este.

–Más que yo tuve un accidente cerebrovascular.

–Pero se la ve bien.

Llegamos a la otra esquina.

–Ahí estuvo.

–No te va a hacer bien cargar esa culpa por siempre.

–¿Qué?

–Cada día es una posibilidad de hacer las cosas bien. Y los errores aislados de cada persona no definen su esencia, lo que uno es. Tenés que aprender y seguir fluyendo hasta que un día encontrés la costa.

Entonces me saqué la mochila y ella la tomó y se la llevó. De lejos vi que el peso de la nueva carga no la hacía disminuir el paso. Por mi parte, caminé más l i v i a n o.

2

Algo se desgarra dentro cuando te impiden tocar lo que amás.
Oir tu llanto y no poder correr a abrazarte, ver tu sangre y quedarme del otro lado de ese vidrio, sin mezclar aire, calor, piel.
Yo soy el monstruo, yo que no te permito espiar bajo esta máscara que oculta sonrisa o mueca.
Yo soy el mostruo, tus ojitos lo saben y me detestan, me arrojan cosas, siquiera pueden insultarme.
Te dejo ahí, tirada en la cama, rogándome un abrazo.
Me voy como si no me importara.
Cierro la puerta y lloro, me desgarro, grito. Soy una mancha en el suelo.
Pero no podés saberlo.

1

No nos separen, por favor no.
Ella tan chiquita, capullito que aún no habla pero sus ojos dicen te quiero no me dejes.
Y yo igual cerré la puerta.
Tuve que hacerlo, quedarme hubiese sido como clavarle un cuchillo.
Mi niñita, mi luz, te extraño